Para todos aquellos que disfrutamos del baloncesto NBA veraniego desde la comodidad de nuestro sillón, la Summer League de Las Vegas no supone mucho más que una primera toma de contacto con la nueva camada de jugadores procedente del draft o un mero bálsamo para satisfacer ese frikismo interno sujeto al bote de una pelota naranja.
Pero para los que participan directamente en el torneo, los jugadores, este evento puede establecer la diferencia entre firmar un contrato en la NBA, conformarse con la Liga de Desarrollo o dar un portazo rumbo al baloncesto menos exigente de otros continentes.