Joel Embiid ha terminado alzando esta temporada el MVP que se le había escapado de las manos los dos años anteriores. No ha sido otro su nivel durante este trío de cursos, el de un jugador que ha podido mirar a la cara de quien sea a la hora de hablar del jugador más dominante de la temporada regular. Sin embargo, estos tres años no han seguido un guión previsible en la evolución de su juego, sino que cada nueva temporada ha traído consigo nuevos desafíos para el pívot afro-franco-americano.
La 20-21 supuso el punto de inflexión en su carrera por varios factores. El primero de ellos, la introducción de un cuidado de la nutrición y la forma física desconocido hasta entonces en él con el objetivo de reducir las probabilidades de lesión y aumentar la intensidad dentro de los propios partidos sin un excesivo gasto energético. Esto era lo que estaba en sus manos de cara a dar el siguiente paso, pero el resto acudió por la vía externa.
Daryl Morey aterrizaba en Philly el verano de 2020 y con él llegaba Doc Rivers y la idea de maximizar un plan de juego que vivía encorsetado en la pareja Embiid-Simmons. Una bipolaridad que la nueva dirección deportiva iba a cortar de raíz, dándole las llaves del proyecto a Joel a título plenamente individual. El resultado fue la primera temporada de dominancia de Embiid desde el bloque izquierdo del ataque.
Round One
Los Sixers comenzaron a girar en torno a las recepciones de Embiid en ese poste bajo, la cual siempre fue su zona favorita, pero a la que Philadelphia no acudía por defecto y sistema. Precisamente de esta decisión nació el cisma que proyectaría las inseguridades de Simmons, al que se marginó a su impacto defensivo y en transición. Joel nunca había conocido una estructura que le facilitase tantos toques de balón y oxigenase tanto los dos contra uno que le llegaban en las cercanías del aro. Tiranizó la zona y las visitas a la línea de personal como nunca.
El verano de 2021, fruto del drástico desenlace de los playoffs, dejó unos Sixers en los que Embiid registró, por segunda campaña consecutiva, datos de uso récord en su trayectoria. Esta vez no por sistema o decisión directiva, sino por obligación causada por el empobrecimiento de la plantilla de un año para otro. Por mucho que Simmons hubiese dejado de ser el colíder del ataque, sí resultaba un jugador capaz de crear ventajas de forma unilateral y el único factor fuera de Joel capaz de hacer girar el colectivo a su alrededor. Además de una media de diez intentos por noche que quedaban sin dueño y que recogerían él y Tyrese Maxey.
Round Two
Su ausencia provocó que el pívot tuviese que absorber el juego exterior que quedaba vacante, alejando su radio de acción hasta el triple. La carta de tiro de esa temporada muestra a la perfección cómo sus recepciones y lanzamientos se daban cada vez más lejos del aro, pidiéndole más creación desde el bote, gestión de transiciones y aumentando el volumen desde los codos de la zona. Probablemente por el habitual desinterés de Doc Rivers en dotar de facilidades al big fella (estigma que arrastra sobremanera en cierres de partido).
El poste dejó de ser su principal zona de influencia, la cual prácticamente comenzó a dibujar una diagonal que iba desde el aro hasta la zona de 45. Aquel Embiid, por monstruoso que fuera, era insostenible, y la llegada de Harden ya supuso un cambio visible.
Y por tercera temporada consecutiva, tercera versión de Joel Embiid. A pesar de seguir siendo el indiscutible go-to-guy, el ataque de los Sixers ya no tiene al pívot como piedra angular. Ahora es el tándem que forma con Harden a través del pick-and-roll y sus variantes el centro de todo lo que sucede a media cancha ofensiva.
Round Three
Esto ha terminado de desplazar a Embiid totalmente de la que había sido su zona de confort. La Barba inicia la mayoría de sus ataques en derecha para finalizarlos por izquierda, lo que empuja a que la continuación más natural para Joel sea el hemisferio derecho del ataque o, la mayoría de las veces, el roll por carril central. Ya sea hacia el aro, el triple o quedándose en zonas intermedias. De ahí que muchas veces sus ataques partan directamente de la cabeza de la bombilla, desde donde recibir y amenazar con el mano a mano con algún exterior, el tiro tras su característico bote y finta de aproximación o atacando el aro en penetración.
Esta temporada, además de la de mayor volumen, ha sido la de mayor eficacia al tiro de su carrera. Registrando máximos de porcentaje de tiro efectivo y true shooting en gran parte gracias a las posiciones en lo que le facilita las acciones James Harden, con el que ha formado la pareja más letal de la liga. No sólo son el máximo asistente y máximo anotador de la competición, sino que los 244 pases de canasta que Harden le ha repartido al camerunés lideran la liga por encima de cualquier otra conexión.
Pero, si bien esta metamorfosis ha empujado nuevos límites en el apartado de la anotación, también castiga el talón de Aquiles de Embiid. Que no es otro que la lectura de juego desde el pase ante situaciones de dos contra uno. La zona del tiro libre es una que expone mucho más el bote de Embiid por no poder acudir a las situaciones de espaldas con tanta facilidad, lo que le obliga a soltar el balón en más situaciones para evitar la pérdida.
Esto se vio a la perfección en la primera ronda ante Brooklyn, donde Jacque Vaughn ordenó una doble ayuda prácticamente sobre cada recepción de Embiid, ralentizando el ataque de los Sixers hasta los 103,8 puntos por encuentro. Joel se quedó en 20 puntos por noche a los que añadió cinco pérdidas por choque, aunque su rendimiento y el de los Sixers denotaba ahorro de esfuerzos. Boston es otra cosa.
Round (Game) Four
Históricamente, los Celtics y en concreto Al Horford han supuesto un muro con el que Embiid y los Sixers han chocado una y otra vez. De hecho, la exhibición de Jo el pasado 4 de abril frente a los verdes (52 puntos con 80% de acierto en el tiro) se dio sin el dominicano en pista. Más allá del segundo encuentro de la serie, el que suponía su regreso de lesión, Embiid ha estado al nivel esperado a pesar de algún bache en el que Horford y sus demonios volvieron a parecer insalvables.
Pero más allá de los números y la incidencia ofensiva, lo interesante es cómo su serie parece un conjunto de todas las virtudes aprehendidas durante esta etapa de dominio. En el tercer encuentro, atendiendo a que Boston trataba de negarle la recepción en cabecera, Embiid fue muy agresivo en sus continuaciones. Mazzulla trató de cambiar el paso de su equipo con un quinteto sin pívot, situación que Joel convirtió en inviable castigando una y otra vez desde el poste. No sólo desde la anotación, sino también distribuyendo en uno de los mejores tramos que se le han visto en esta faceta.
A partir de ese punto (y hasta el mencionado momento de bloqueo mental), el partido del pívot se convierte en una muestra perfecta de la amplitud de su arsenal ofensivo. En sus momentos de apogeo, Embiid deja de ver defensores en frente y sólo se fija en atisbar las situaciones en las que no le puede saltar la ayuda para esquivarla. Hasta tomar consciencia de que siendo agresivo no existe antídoto para él. Está promediando 12,7 tiros libres en estos tres encuentros.
Round (Game) Five
El quinto y hasta ahora último partido de la serie lució exactamente como lo haría un manual de estilo de la temporada 22-23 del camerunés. Boston dejó de apretarle sin balón, hundiéndose y defendiendo en drop el pick-and-roll con Harden (quien venía de anotar 42 en el cuarto), especialmente con Robert Williams en cancha. ¿Resultado? Escabechina desde el midrange y su mejor partido desde el lanzamiento exterior.
Es cierto que buena parte de lo cómodo que se siente Embiid en el quinto encuentro va en el debe de Boston, cuya defensa está siendo mucho menos proactiva de lo esperable. Pero no deja de ser verdad que, en otras ocasiones, ser reactivos había sido suficiente para minimizar a Embiid en playoffs, su gran debe durante estos años. Suponía incluso una aberración histórica que un jugador de recursos físico-técnicos infinitos para anotar tropezase una y otra vez con la misma piedra.
Llamadlo Harden, Boston o inspiración; pero Embiid es ahora mismo uno de los anotadores más versátiles del mundo gracias a un proceso que se remonta años ha. Porque en su génesis, el ataque no era lo que le nacía de forma natural, pero la repetición le ha capacitado para adaptarse a cualquier situación a la que se enfrente en pista. Tanto por lo que le rodea como por lo que se le opone. Y eso que, tomando esta serie, su impacto al otro lado es el factor que condiciona todas las decisiones del mejor ataque de estos playoffs.
(Fotografía de portada de Tim Nwachukwu/Getty Images)