Había estado en varias quinielas para ser el entrenador principal de alguna que otra franquicia. Y no sólo en este 2023, cuando tras la conclusión de la temporada su nombre sonó para ser el técnico jefe de los Bucks, de los Rockets e incluso de los Suns, sino que en el pasado más reciente, su figura se asoció al cargo mayor de entrenador de los Sixers, los Jazz o los Wizards. Kevin Young, nacido en Utah precisamente, pero que desarrolló su juventud alrededor de la ciudad de Atlanta, era al final del curso 2022-23 uno de los perfiles que muchos aseguraban sería sin dilación entrenador principal de alguna las franquicias de la NBA.
Con fuerza se le asoció a los Suns, tras la salida de Monty Williams, quien precisamente le había llevado hasta Arizona cuando Williams aterrizó en Phoenix como entrenador. Pero a inicios de junio, Frank Vogel firmaba como técnico de Phoenix y Young se quedaba sin su puesto de entrenador jefe, para el que muchos ya le habían etiquetado.
Como contraprestación a aquel movimiento, los Suns, conocedores de que Young posiblemente sea uno de los mejores asistentes de la NBA, decidieron ser consecuentes con esa creencia o convicción y tras el acuerdo con Vogel le ofrecieron a Young un contrato de 10 millones de dólares por cinco campañas. Young seguiría siendo entrenador asistente, pero el mejor pagado de su categoría, a razón de 2 millones de dólares por curso. Como para pensárselo. Young no lo dudó demasiado.
Nacido en 1981, si cumpliera el contrato íntegro con Phoenix saldría relativamente joven para asaltar el puesto de entrenador jefe, esta vez sí, de cualquier franquicia donde pudiera encajar. Porque Young, haciendo honor a su apellido, siempre fue precoz y joven para el asalto a cualquier reto. Ahora parece que por una vez ha decidido seguir cubriendo caminos de una forma más pausada
Un entrenador en el cuerpo de un jugador
Base que podía ser capaz de atemorizar con su juego a muchos rivales y a la vez no atemorizarse frente a nadie, Young terminó sus estudios de Educación en la Universidad de Clayton State (NCAA II), después de sus dos primeros cursos en Middle Georgia College. Cuentan quienes estuvieron a su alrededor en aquellos años de Clayton que a pesar de la calidad que mostraba como jugador, Young parecía que se estuviera tomando ese par de cursos finales como una beca, como un aprendizaje para ser entrenador nada más licenciarse. Los hechos hablan de alguien que siempre estaba interesado en charlar con el cuerpo técnico, en aprender tácticas, sistemas y en proponer opciones. “Lo tomó como un periodo de formación”, aseguraba hace unos meses a The Athletic su entonces entrenador en la NCAA II, Gordon Gibbons.
Con buenos números y algún que otro registro histórico, Young se licenció en Clayton State y tras algún trabajo aquí y allí vinculado al mundo del entrenador, dio el salto definitivo a ser preparador jefe. En 2006, ni había cumplido los 25 años cuando se fue a vivir a Irlanda, para entrenar a un equipo profesional en la débil competición del país verde. Un año en el que vivió y compartió piso con los jugadores, muchos de los cuales había elegido él mismo pues fue el encargado de configurar la plantilla.
“Mi viaje no ha sido normal sino que se ha tratado de algo poco usual, extraño”, apuntaba a medios estadounidenses Young sobre su carrera una vez era ya uno de los entrenadores asistentes más reputados de la NBA.
Y efectivamente no puede hablarse de un viaje normal cuando a los 28 años ya era entrenador jefe de un equipo de la ahora conocida como G League. Como tampoco fue normal su llegada a los Utah Flash, en 2009 y después de un par de cursos como asistente en NCAA a su regreso de Irlanda. En los Flash, Young fue asistente durante la 2009-2010 y se tenía que encargar de tareas que ahora, con la vista de los años, igual hasta le sacan una sonrisa. ¿Quién no ha hecho cosas que ni imaginaba con tal de conseguir el objetivo? ¿Un ejemplo? Los Flash jugaban en Orem y el aeropuerto más cercano era el de Salt Lake City. La precaria D-League de entonces hacía que Young tuviera que ir en furgoneta desde Orem hasta el aeropuerto de Salt Lake City, en un trayecto de algo más de 70 kms, para recoger a los jugadores del equipo rival.
Mucho carácter y un despido que pudo ser la clave de todo
En 2011, tras estar Young solo una temporada en los Utah Flash y producirse la salida de Nick Nurse —el mismo que luego ganaría la NBA en 2019 con los Raptors — de los Iowa Energy, estos le dieron la oportunidad de seguir en la línea de la D-League. En los directivos de los Energy, además de su talento, había agradado que no se arrugara en un cara a cara cuando Eric Musselman, ni más ni menos, había buscado que se achantara en la mitad de un partido entre los Reno Bighorns y los Utah Flash. Young, con ese carácter que le acompañaba desde sus días de jugador, no retrocedió ni un pelo.
Aquello le dio más crédito, el de un carácter fuerte a alguien que sobresalía por su gran capacidad para el trabajo, su competitividad y su habilidad a la hora de trabajar, desarrollar y mejorar las cualidades de los jugadores. Sin embargo, todo aquel carácter propio de poco le sirvió cuando los resultados no le acompañaron y al curso y medio de firmar por los Iowa Energy fue despedido.
76ers y el inicio de lo que es
Volvió a sus orígenes, institucionales más que físicos, y se enroló en los Delaware 87ers, ahora conocidos como Delaware Blue Coats, y que originariamente eran los Utah Flash. Misma franquicia, otro nombre, otra localización. Trabajó como asistente y luego como entrenador jefe y como bien cuentan en The Athletic su labor de análisis junto con Billy Lange de decenas de jugadores de cara al Draft de 2014 le daría a largo plazo un espaldarazo que no iba a tener vuelta atrás.
Tras ascender a entrenador jefe de Delaware, en 2016 entraba a formar parte del cuerpo técnico de los Sixers y eran ilustres sus desayunos con Lange, también asistente de Philadelphia, donde ambos ajustaban contenidos y pensaban cómo ayudar a su jefe Brett Brown
Última parada (de momento) Phoenix
La salida de Brown en 2020 llevó directamente a Young a un nuevo lugar, un reto mayúsculo: Phoenix. Para la 2019-20 Monty Williams ya era Head Coach de los Suns y ambos habían coincidido en el cuerpo de asistentes de los Sixers. Williams no dudó en traérselo para Arizona y ambos fueron finalistas de la NBA en la 2020-21. Tampoco dudó Williams en hacer lo posible para que ese entrenador que tenía el respeto de Devin Booker, que se había ganado el respeto del vestuario y que seguía brillando por su capacidad para desarrollar las habilidades de los jugadores, mereciera un poco más. Y ese poco más se traducía en hacerle pasar de asociado a asociado del entrenador jefe, un escalafón que ya es la antesala a ser Head Coach. Y Young lo fue, entrenador jefe, durante cuatro partidos, en aquella NBA de diciembre de 2021 y enero de 2022 atestada de Ómicron. El coronavirus había dejado a Williams en los protocolos de salud y Young debutó como entrenador principal.
Muchos creyeron que aquella temporalidad fruto de las circunstancias terminaría por concretarse en algo más fijo. Y esa idea se reforzó en 2023 con la salida de Williams a los Pistons. ¿Era el momento de Kevin Young? Lo cierto es que estuvo en las quinielas de los Suns, que finalmente se lanzaron a por Vogel. Y, con un contrato a largo plazo para el campeón de la NBA con los Lakers en 2020, las puertas para Young estaban cerradas. Sin embargo, la consecuencia de la llegada de Vogel fue que Young se convertía en el mejor asistente de la NBA en cuanto a nómina anual se refiere. Un total de 10 millones por cinco años bien merece aguantar un poco más el salto definitivo a ser jefe del banquillo. Y nunca se sabe si serán cinco o menos, porque es todo tan voluble, que lo que un día se firma aquí, otro día se cancela, se paga y a otra historia.
¿Durará Vogel un lustro en Arizona? ¿Lo hará de la mano de Young? ¿Saldrá él antes de esos cinco años? Sea lo que sea, la seguridad y el reconocimiento de ser el mejor pagado en su gremio no se lo va a quitar nadie a Young. Recuerden, como entrenador asistente de una liga menor debía hacer de chófer para recoger a los jugadores rivales y llevarlos al partido; quince años después, está en la élite y es el mejor remunerado de los suyos. No es poca cosa.
(Fotografía de Christian Petersen/Getty Images)