Nos acercamos a la veintena de partidos en temporada regular. La mayoría de equipos han saltado a cancha entre diecisiete y diecinueve, lo que supone más de 1/5 del total de los 82 compromisos obligatorios de RS, sin contar la Emirates Cup.
Una horquilla suficiente para, si bien no lanzarnos con conclusiones precipitadas, sí preguntarse cuántas de algunas ‘anormalidades’ que se están dando terminarán por convertirse en una pétrea realidad.
¿Ganará Jokic su cuarto MVP? ¿volveremos a ver a un gran Joel Embiid? ¿le disputarán los 76ers a los Wizards el próximo número 1 del Draft? ¿son los Clippers mejores sin George ni Kawhi? ¿promediará más intentos desde el triple Víctor Wembanayama que Stephen Curry?
– 'Anormalidades pendientes de confirmación'
Y entre todas ellas, hoy nos detenemos en la increíble historia que supone el ascenso del jugador de los Brooklyn Nets, Cameron Thomas.
Fecha: 16 de febrero de 2025
El índice de correlación es tan alto que casi toca hablar de causalidad: cuanto anotas mucho, vas al All-Star. No ocurre el cien por cien de las veces, pero es un aval bastante potente como para enfadarte ante los medios si terminan por no seleccionarte.
Excepciones hay, por supuesto, cada año: en la campaña pasada, del top-20 de anotadores, 17 jugaron el partido de las estrellas. Los tres que no: D’Aaron Fox (26,6 puntos), Trae Young (25,7) y DeMar DeRozan (24 puntos).
Algunos dirán que hay que mirar el récord del equipo, y estarán en lo cierto, porque aunque no haya respaldo normativo alguno, en caso de duda y como extensión al apoyo popular, el récord es un factor que suele tenerse en cuenta al momento de decantarse entre dos jugadores con una hoja estadística similar.
Aunque repito: no hay norma escrita que obligue a que si una franquicia está en zona de playoffs en el parón de febrero, su(s) máxima(s) estrella(s) deban acudir, por ley, al All-Star Game.
Ahondamos un poco más en esto.
A 17 de febrero de 2023, los Kings eran 8º del Oeste y 13º del global de la clasificación NBA.
D’Aaron Fox, por entonces, promediaba más de 24 puntos y más de 6,5 asistencias, con una eficacia superior al 50% en tiros de campo. Y no fue al All-Star Game. Quien sí estuvo en representación de los Kings fue Domantas Sabonis, y eso pareció bastar para calmar las aguas de lo que era una injusticia palmaria.
¿Recordamos, no obstante, qué otra franquicia californiana sí tuvo a dos de sus hombres en aquel All-Star Game, poseyendo un récord peor que el de los Kings?
¡Bingo! Los Ángeles Lakers, con un balance de 30-26 (por el 31-23 de los Kings), alinearon en el pastelón del domingo a LeBron James y Anthony Davis. Ambos también, eso sí, como parte del top-20 de máximos anotadores.
Contra viento y marea
Volvamos al protagonista.
Cam Thomas ha ido tumbando puertas y destruyendo etiquetas a ritmo de temporada:
- Rookie: incosistente microondas.
- Sophomore: suplente revulsivo.
- Junior: titular habitual de más de veinte puntos por partido.
- Senior: ¿jugador franquicia?
Somos bastantes los que opinamos que bajo una dirección distinta, su proceso de ir quemando etapas habría sido mucho más efectivo y voraz, pero el escolta ‘japonés’ de 1,93 (sí, nació en Japón y mide sólo 1,93) ha tenido que lidiar con un obstáculo aún mayor que el reto jerárquico que supuso compartir vestuario con otras tres leyendas (Kevin Durant, James Harden y Kyrie Irving).
El escepticismo de sus técnicos.
Por timidez a la hora de exhibir sus virtudes, desde luego no fue, ya que pruebas de lo que era las dio Cam Thomas, a raudales, desde el primer día:
- MVP de la Summer League (compartido con Davion Mitchell) y máximo anotador de la misma, promediando 27 puntos por partido.
- Líder de varias remontadas memorables cada vez que Steve Nash le dio un gramo de libertad.
- Coartífice del récord del banquillo más anotador de la historia de la NBA en un único encuentro, con 98 puntos…
..Y sin embargo, la obsesión de un Nash por hacer de los Nets un baluarte defensivo (algo que jamás logró), ataba al ostracismo al que, ya muchos sabían, era de lo mejorcito que tenían los neoyorkinos para salvar su futuro sin tener que sobrepagarlo.
Primera ventana de oportunidad: ciao Big Three
Entonces, pasó lo mejor que le podía pasar: un motín.
El que pudo haber sido el Big Three de la década (el más caro sí que lo fue) optó por disolverse más por taras personales que por icompatibilidad profesional, dejando a Joseph Thai con cara de «¿120 millones pa esto?», siendo ‘esto’ unas únicas semifinales de playoffs y una oportunidad histórica tirada por el retrete.
Los huecos que fueron dejando James Harden primero, y Kevin Durant y Kyrie Irving después, los fue tapando Sean Marks en un conato de reconstrucción simultánea en base a un porrón de rondas futuras, Miles Bridges y Cameron Johnson como nuevas cabezas visibles del proyecto y con la incógnita de Ben Simmons como juguete roto a recuperar.
De los activos que ya tenían en casa, de quien más se esperaba un paso al frente era Nic Claxton, pero el pívot, hasta el momento, se anquilosa entre destellos de lo que podría ser pero sin romper en lo que cabría catalogar como piedra angular de un proyecto ganador (y mucho más Land Rover que Toyota en cuanto a fiabilidad y pasos por taller).
Curiosamente, para explicar el crecimiento de los actuales Nets (que en lo que va de curso 2024/25 van con un balance de 8-10 tras ganar anoche a los Warriors, y en puestos de play-in), no basta con subirse a lomos de Cam Johnson, sino que hay que otros tres jugadores que no tuvieron en pretemporada la atención que ahora, a base de sacrificio y buen juego, atesoran:
- Dennis Schröder: un clásico ya de esta Liga con once temporadas a sus espaldas (el tiempo vuela) y vigente e infravaloradísimo MVP del Mundial 2023, superando en las votaciones a Luka Doncic, Shai-Gilgeous Alexander o Anthony Edwards.
- Ziaire Williams: un pick 10º que los Grizzlies prácticamente han regalado a Brooklyn y que ya está causando un impacto positivo por su modo de afectar la pizarra rival gracias a su brillante desempeño en defensa.
- Cam Thomas: La crème de la crème del ataque.
De Guatemala a ‘Guatealgo’
A Jaques Vaughn, como sucesor temporero de Steve Nash, hay que concederle el primer guiño y también darle la primera colleja.
Al igual que fue el primero en colocar Thomas como elemento asiduo en el quinteto titular, al rato lo devolvía a la suplencia sin venir a cuento, como si fuera él el culpable de las derrotas de los Nets y no su incapacidad de configurar un buen entramado defensivo cuando disponía de mimbres y perfiles idóneos para ello.
Despedido en febrero de 2024, a Vaughn le sustituyó Kevin Ollie como interino hasta final de temporada, y éste hizo, mínimo, una cosa bien: devolverse la titularidad a Thomas para no volver a arrebatársela.
La solución a la asimetría de Brooklyn ataque/defensa no pasa por dejar a lo mejor de tu polvorín mascando chicle en el banquillo.
Jordi Fernández: los frutos del ‘sí quiero’
Y así, llegó abril y una temporada baja complicada de afrontar.
La cúpula de Brooklyn Nets meditó con calma y durante varias semanas la que iba a ser una decisión importante: quién sería el nuevo capitán de barco de un vestuario que se debatía entre el norte y la deriva.
Y el elegido, como una apuesta de riesgo por encima de cualquier currículum (Budenholzer, Borrego, Joerger) está personificando desde que llegó justo lo que pedía un proyecto sumido en un mar de dudas: Jordi Fernández como sinónimo de valentía, certidumbre, compromiso y serenidad.
La salida de Mikal Bridges a cambio de cinco rondas no lo ha tomado el español como un cheque en blanco rumbo al tanking y a esperar, sino todo lo contrario. El nuevo entrenador jefe de los Nets aborda su primera experiencia al frente de un banquillo NBA con la mentalidad de que competir no es una cuestión de ciclos sino un deber inherente al día a día.
Sabedor de lo que tiene, y en un vestuario que, como él, detesta perder, aprovecha la ocasión, carente de presiones, para exprimir al máximo los jugadores que le han dado, independientemente de los frutos que traiga un Draft 2025 que, de usarse bien, los Nets aspiran a sacar un auténtico botín.
Hasta que ese día llegue, los que sí están se ganan el sueldo y el pan.
Y Cam Thomas, de camino, la confianza creciente de Jordi Fernández junto con la ansiada titularidad. Agente libre restringido que no ha recibido propuesta alguna de extensión, le lloverán las ofertas en verano si continúa jugando como hasta ahora. Y los Nets podrán decidir si igualar la más alta de entre las que llegue.
El problemón que Jordi Fernández sí elige ‘tragar’
El combo guard, centrado plenamente en jugar al baloncesto, explota en su mejor versión sostenida en el tiempo, aunque sin redimirse de los pecados que hicieron tanto a Nash como a Vaughn desplazarlo una y otra vez a comodín de la segunda unidad: defiende peor de lo que ataca. Y ataca diabólicamente bien.
Pero las estadísticas no mienten, y si bien el ataque mejora ostensiblemente con él en pista (115,7 puntos por cien posesiones), la defensa funciona a un nivel despampanante cuando Thomas no está (de los 119,9 puntos con él, a los 108,7 puntos recibidos sin él).
Un dato demoledor y que no pasará desapercibido a la hora de discutir y cifrar acuerdos de renovación, ni a la hora de recibir hipotéticas llamadas en el mes de febrero para jugar junto a las grandes estrellas del momento.
Dicho eso, el panorama individual es el siguiente: 24,8 puntos por partido con casi un 46% de acierto en tiros de campo (estupendo en un escolta que se crea sus propios tiros) para ocupar el 16º lugar entre los máximos anotadores del curso y que acumula ya un total de nueve partidos como profesional anotando 40 puntos o más.
Muy por encima de los 18,3 puntos de Cam Johnson (57º) o los 18 tantos del renacido Schröder (63).
Y esto en un contexto que nos dibuja unos Nets metidos de lleno en el play-in, con la plena intención de seguir mirando más arriba cada día.
Toca preguntárselo:
Así pues, llegados a este punto hay que empezar a preguntárselo…
¿Es Cam Thomas, jugador con un salario de 4 millones y sin oferta firme de renovación, un candidato real a jugar el All-Star Game 2025 en el Chase Center de San Francisco?
(Fotografía de portada de Sarah Stier/Getty Images)