30 equipos, 30 secundarios 2024 – División Noroeste

Cada vez que me toca escribir sobre esta división me da por pensar que Oklahoma está a 3.070 kilómetros de Portland y a unos 2.300 ...

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Por David Sánchez

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Cada vez que me toca escribir sobre esta división me da por pensar que Oklahoma está a 3.070 kilómetros de Portland y a unos 2.300 de Nueva York. Esta división se llama Noroeste como se podría llamar de cualquier otra forma. El caso, cuarto episodio ya del serial. Estos son los capítulos en los que ya voy en modo automático. Escribo sin chispa ni ingenio, pero como consumidores vosotros ya estáis como en una segunda temporada de una serie mala que os ha conseguido enganchar. Aquí los capítulos anteriores:

División Atlántico

División Pacífico

División Central

Denver Nuggets – Kentavious Caldwell-Pope

Llevamos ya dos años diciendo que Aaron Gordon es quizás el jugador más infravalorado de la liga. El curso pasado incluso existió cierta campaña por su candidatura al All-Star. Al estilo de la vivida este curso con Derrick White en Boston como mejor equipo de la liga. Aunque Gordon dijo aquello de “si soy All-Star voy al concurso de mates” y a White su inexistente ego le hace ruborizarse ante tal insinuación cada vez que la escucha.

Efectivamente, Gordon es uno de los jugadores más infravalorados de la liga y está más cerca de ser parte de un Big Three que del complemento donde muchos le encorsetan. Pero centrar la atención en la poca atención que recibe Gordon resta atención a Kentavious Caldwell-Pope, el verdadero jugador bajo el radar de estos Nuggets. 

Denver está en el top 10 de ataque (7º) y defensa (9º) por primera vez en la era Nikola Jokic. Los mecanismos que hacen que este equipo lleve años jugando de memoria en ataque parecen haber llegado al otro lado de la cancha. Y KCP tiene buena parte de culpa en ello. 

Si Gordon se dedica a defender a los aleros y ala-pívots y ser un corrector del aro en situaciones de defensa del aldo débil, Caldwell-Pope es su versión exterior. La punta de lanza y lector de líneas de pase en el perímetro. Conoces su jugada favorita de memoria. El manejador que está con Jamal Murray busca a Jokic con el bloqueo directo, el serbio salta al dos contra uno y el pick continúa hacia fuera para recibir el pase y atacar carril central o tirar. Ahí es donde surge como una exhalación la zarpa de KCP. 

El ex de Lakers y Pistons ha elevado el nivel atrás y mantiene su precisión intacta en ataque, donde hace del triple en transición un arma devastadora para los Nuggets. De hecho, se da la rareza en KCP de ‘enchufar’ un 39% de sus lanzamientos tras recepción y un 47,1% tras bote. Esta temporada anota por encima del 42% desde las esquinas, siendo eso y su patentado tiro de media distancia tras rizar el bloqueo de Jokic sus dos grandes armas a media pista (47,2% desde el mid-range) en un volumen humilde. 

Oklahoma City Thunder – Luguentz Dort, Aaron Wiggins, Isaiah Joe, Cason Wallace

Lo admito, es el equipo que más me ha hecho dudar con la elección de secundario(s). Normalmente los equipos de tanking duro me ponen las cosas tremendamente complicadas, pero este año han ido saliendo más o menos de forma sencilla. No es el caso de los Oklahoma City Thunder, cuyos secundarios han mejorado en la medida que lo ha hecho su núcleo duro. 

Para un equipo que tiene dos jugadores dominantes con balón, un tercero que también prefiere partir con el cuero en sus manos y un interior único cuyo rol ofensivo se desarrolla a conveniencia del partido, lo que se necesitan son conectores. De ahí que Sam Presti buscase a Gordon Hayward en el pasado mercado, un jugador que estando sano es ideal para unir las piezas que le rodean sin demandar apenas balón. 

La cosa es que ya cuenta en su plantilla con elementos que cubren sobradamente estas características. Especialmente Aaron Wiggins y Cason Wallace son especialistas de mantener viva la ventaja una vez se genera. Con ellos el juego nunca pierde el sentido. Sobre todo Wallace tiene una sensibilidad con las transiciones y el juego abierto inusual en un novato. Ambos además están holgadamente por encima del 40% de acierto exterior. 

Isaiah Joe, aunque tome mejores decisiones con balón de lo que se le reconoce, es justo eso. Un espaciador definitivo para J Dub y Shai Gilgeous-Alexander. Sus pantallas y continuaciones hacia el perímetro ponen en un brete constante a las defensas. Más teniendo en cuenta su infinito rango. 

Y Dort, al fin, está limitado a la parcela que le toca. Durante estos años de reconstrucción, el canadiense ha tomado más responsabilidades de las que procedían precisamente por la falta de efectivos. Simplificar su juego, eliminar los excesos y abrigarse de otros recursos defensivos ha disparado su impacto. Aspirante al trono de Marcus Smart como mayor actor de método en el arte del flopping, Dort también es un defensor voraz sobre bote y en el cuerpeo. Otro que le ha dado por coquetear con el 40% para convertir a los Thunder en uno de los cuatro mejores equipos de la NBA. 

Portland Trail Blazers – Dalano Banton 

Es difícil perseguir con más ahínco la derrota de lo que lo vienen haciendo los Portland Trail Blazers en las últimas semanas. Los de Oregón han cometido la imprudencia (o prudencia depende desde qué perspectiva lo mires) de alinear cinco novatos de inicio y dotarles de más del 60% de sus minutos durante un tramo de tres partidos a finales de marzo. 

¿Qué tipo de rotación es esta? 

30 equipos, 30 secundarios 2024 - División Noroeste
Fuente: Basketball Reference

En la guardería de Chauncey Billups, Dalano Banton se ha hecho el rey del patio. El único jugador de tercer año que figura en el box score de arriba. Por supuesto, el jugador que más tiros tomó durante esa deshonrosa racha en la que promedió 21 lanzamientos a canasta por noche. Banton ya era un jugador que, durante su estancia en Boston y Toronto, lanzaba tiros que probablemente no le tocaban. Amparado por un equipo en el que cualquier error acaba sepultado en el mejor rating ofensivo de la historia o en los minutos de la basura disputados en la fría Canadá. 

Sin embargo, este tramo en Portland está rozando la experiencia religiosa. Da igual donde coja el balón Banton que a partir de ese momento la jugada pasa a ser SU jugada. No existe nada más que no sea engordar el porcentaje de uso. Y lo cierto es que pasa por una muy buena racha para sus estándares. Desde el 15 de marzo el alero está promediando 19,4 puntos con un 43% de acierto en tiros de campo y un 33% en triples. La mayoría de ellos lanzamientos complicados y/o forzados. 

En este tiempo Banton se ha convertido en la muestra definitiva de la mentira que esconde el “no se juegan nada”. En cualquier partido, dan igual las circunstancias, siempre hay alguien que se está jugando algo. Dalano es un jugador que hasta hace nada bordeaba los estertores de la liga. Un contrato de poco más de dos millones de dólares que queda en manos del club este mismo verano y que seguramente se haya ganado extender en los últimos meses. Quizás en tres años tengamos que mirar en el roster de un equipo kazajo para encontrar a este alero de mecha corta para el tiro. Pero quién sabe si no está aquí la toma de confianza en sí mismo que cualquiera necesita para aguantar unos cuantos años en la mejor liga del mundo. 

Utah jazz – Danny Ainge

Los Utah Jazz han demostrado dos años seguidos ser equipo, mínimo, para pelear por el play-in. Lauri Markkanen es una estrella legítima de esta liga. Will hardy es élite en los banquillos. Collin Sexton ha roto a jugar como titular. Jordan Clarkson sigue siendo un sexto hombre de lujo. Walker Kessler una de las mejores anclas defensivas de la liga. Khris Dunn una punta de lanza defensiva exquisita. Incluso John Collins ha tenido momentos positivos a lo largo de la temporada y el resto de la rotación que ha pasado por Salt Lake City ha rendido por encima de lo esperado. 

A inicios de campaña, todavía dolido por el desmantelamiento que acometió Danny Ainge con el roster en el cierre de mercado, Markkanen dejó las cosas claras: “El objetivo es llegar a playoffs. Es la idea sobre la que trabajamos. Nunca he jugado los playoffs en mi carrera y tengo muchas ganas. Quiero el trofeo Larry O’Brien, es por lo que juego”. Días después, Ainge reiteraba las metas del finlandés. “Queremos estar en los playoffs. ¡Vamos a por ello!”, pronunció en la rueda de prensa previa a la temporada. 

La temporada de los Jazz comenzó con mal pie. El equipo no encontraba el ritmo y las derrotas se iban apilando hasta lucir un 7-16 de balance el 11 de diciembre. Duodécimos a seis partidos de los Pelicans por la décima plaza del Oeste, los planes probablemente ya habían cambiado. Sin embargo, el equipo comenzó a ganar a buen ritmo, cerrando la segunda mitad de diciembre con un 7-3 y llegando a encadenar ocho victorias en nueve encuentros para comenzar 2024. El quince de enero Utah registraba un 22-20 de balance y ya miraban hacia arriba desde la novena posición. 

Entraron en febrero aún en puestos de play-in y por encima del 50% de victorias, pero no iba a durar mucho. El 8 de ese mismo mes, Ainge traspasaba a Simone Fonteccio (que estaba siendo titular) por Gabriel Procida y una segunda ronda de 2024. Ese mismo día saldrían Kelly Olynyk y Ochai Agbaji rumbo a Toronto a cambio de Kra Lewis y Otto Porter Jr., que un mes después anunciaría su retirada. 

Esto no se quedó en movimientos de mercado, sino que se tradujo también en órdenes de despacho que llegaron a pista. Las rotaciones que mejor funcionaban comenzaron a jugar menos y en el vestuario comenzaron a brotar las caras largas. Andy Larsen, beat writer del equipo para The Salt Lake Tribune, escribió en su crónica de la derrota ante los Warriors del 13 de febrero que nunca había visto un ambiente de frustración como la de aquel vestuario. Liderada, claro, por Markkanen.

El ambiente parece haberse calmado con el paso de las semanas, pero los Jazz han dejado aparcado el tanque en mitad del Vivint Arena. Estas cosas después pueden venir bien dadas a través del Draft y Ainge es de los que tiene tino con estas cosas. Pero este mormón está tentando demasiado a los dioses del baloncesto. 

Minnesota Timberwolves – Glen Taylor

En la que se ha quedado a las puertas de ser la mejor temporada regular de la historia de los Timberwolves, el que sale ganando, claro, es el que se lleva el dinero. Glen Taylor se hizo con una franquicia de apenas 5 años de existencia por un montante total de 88 millones de dólares. Era 1994 y lo visto con Michael Jordan hacía pensar que aquello de la NBA podía ser un buen negocio. Taylor, fundador de una de las empresas de impresión gráfica más importantes de Estados Unidos, lleva desde entonces aferrado al mandato de la franquicia, aunque durante años haya estado entre las que menor valor generaban dentro de la liga.

Un milagro Kevin Garnett cayó en sus manos en 1996, pero este no supo alargarlo lo suficiente en el tiempo. Muchos años después, Garnett trató de comprar la franquicia precisamente para sacarla de la inmundicia a la que estuvieron plegados durante tres lustros.

El caso es que da igual lo incompetente que se pueda ser como mandamás. Obtener una franquicia NBA es sinónimo de beneficio económico marginal. Jordan pagó 180 millones de dólares por los Charlotte Hornets y, 13 años y ni una ronda de playoff superada después, la vendió por 3.000 millones. 

En los últimos años, en parte por el contrato televisivo que se avecina, esta tendencia se ha disparado. Con las organizaciones doblando su valor en un intervalo de apenas 3-4 años. Esto le ha sucedido a los Wolves. En 2021, Taylor llegó a un acuerdo con Marc Lore, que ha hecho su fortuna en el comercio online, y Alex Rodríguez, mítico jugador de béisbol que serviría de cara visible, para obtener la franquicia a cambio de 1.500 millones de dólares. En aquel momento algo por encima de su valor mercado por el hecho de aplazar los pagos.

Desde el inicio se dijo que el proceso de venta sería prolongado y los pagos abonados a plazos. Los nuevos propietarios irían absorbiendo competencias hasta sustituir a Taylor a inicios de la temporada 24-25.

Desde entonces, han sido varios los problemas de liquidez que han reportado los nuevos inversores. Aunque siempre habían resuelto la papeleta y obtenido ya un 40% de las acciones. El segundo pago que les haría tener poder sobre el 80% del total de participaciones debía abonarse en 2024. Se les otorgó una prórroga de 90 días durante la cual el capital inversor, Carlyle Group, se cayó. En principio esto no suponía problema alguno, pues ya se tenía apalabrada otro trato con Dyal Capital Partners, un fondo de inversión privado que ya ha inyectado capital en otras franquicias. 

Sin embargo, el día 28 de marzo, justo una semana después de que Lore y Rodriguez presentasen los papeles en las oficinas de la NBA, Glen Taylor publicaba un comunicado en el que aseguraba que no se habían cumplido los plazos y que la franquicia (junto a las Minnesota Lynx de la WNBA) dejaba de estar en venta. 

Lore y Rodriguez emitieron su respuesta diciendo que llevarían el caso a juicio. Pero, mientras tanto, Taylor mira feliz cómo su todavía propiedad ha cerrado 2023 con un valor de 2.500 millones de dólares según Forbes esperando a que suba otro pellizco gracias a una de las caras del presente y el futuro de la liga: Anthony Edwards. 

(Fotografía de portada de Alex Goodlett/Getty Images)

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