Ayo Dosunmu, cogiendo al toro por los cuernos

No es extraño que un novato termine su primera temporada NBA siendo un jugador totalmente distinto al que la empezó. El salto a la mejor ...

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Por David Sánchez

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No es extraño que un novato termine su primera temporada NBA siendo un jugador totalmente distinto al que la empezó. El salto a la mejor liga del mundo obliga a casi todo ser viviente a readaptar el juego que trajesen de la universidad, otras ligas profesionales extranjeras, la G League o de donde sea que provengan. Los que no sufren una metamorfosis significativa o bien son elegidos de esto o bien optarán a la mediocridad en el mejor de los casos.

Pero con todo y con esto, siempre hay casos de jugadores que sorprenden por lo rápido que cambian sobre la marcha. Introduciendo nuevas herramientas a su juego que hace semanas parecían no tener. Y este año, solo Bones Hyland sería capaz de disputarle este beneplácito a Ayo Dosunmu.

El United Center tenía ganas de volverse a enamorar. Arturas Karnisovas ha cumplido con su parte del trato dotando a los Chicago Bulls de un talento que hacía años que ni olían. Era el momento pues de que la afición tornase en ilusión desmedida cada pequeña buena noticia que engordase la sensación de que los Bulls habían vuelto. Vitorear a DeRozan, LaVine o Vucevic resultaba obvio, pero a las gradas no les costó encontrar a sus héroes de carne y hueso.

El fanatismo por Alex Caruso viene heredado desde Los Angeles, pero también resultaba necesario buscar un ojito derecho ‘de la casa’. Ayo Dosunmu  no tardó en dejar claro que él era el indicado para ocupar ese lugar.

Todo gran cartel de jugadores necesita un reparto sólido detrás, normalmente formado por veteranos o jóvenes capaces de sumar energía en cada lance del juego. El rol ocupado por Dosunmu en la estructura de los Bulls sería, de primeras, muy específico. No mucho más allá de dotar de minutos de descanso a DeRozan o a la pareja exterior con su efervescencia juvenil.

A base de acertar los tiros liberados, protagonizar jugadas de excepcional sobresfuerzo y frenar por momentos a la estrella rival de turno, el chico se ganó definitivamente la confianza de Billy Donovan. Como en la mayoría de los equipos, los Bulls han tenido que buscar en lo más hondo de su rotación para paliar las bajas. Pero en su caso, quizás solo Miami haya encontrado tanto valor en sus hombres de tercera fila.

Javonte Green, Troy Brown Jr. o Matt Thomas son realmente importantes en la rotación y plan de partido de Chicago más allá de sumar minutos vacíos, aunque ninguno aúna el impacto y ascendencia general de Dosunmu. En parte, porque puede ocupar con solvencia el rol que ocupa cada uno de ellos, lo cual le da un empaque que le aleja de ser un simple especialista.

Hasta hace poco, Dosunmu había hecho un poco de todo. Arreglando igual un roto que un descosido, pero siempre con su defensa y empuje físico como canalizador de todo lo demás. Es ahí donde ha protagonizado alguna de sus jugadas más icónicas durante la resolución de partidos igualados que han hecho estallar al United Center. Sin embargo, la lesión de Lonzo Ball abrió la veda para que el joven guard desarrollase otras facetas con sorprendente naturalidad.

En Chicago rara vez el balón parte de unas manos que no sean las de DeRozan o LaVine, ya que casi todo comienza desde sus aclarados o pick-and-rolls. Así, Dosunmu queda relegado a ocupar la línea exterior a la espera de que el pase llegue, especialmente desde las esquinas. La práctica totalidad de la producción en ataque estático de Ayo proviene de allí y recibe cada balón con una predisposición constante para la ejecución.

Desperezarse en la toma de decisiones no ha sido un problema para él. Pocas veces duda o se ve superado por la responsabilidad que el equipo pone en sus manos. Dosunmu se siente igual de cómodo lanzando el triple, tirando de media distancia tras finta y bote o atacando la pintura para anotar o doblar el balón.

En buenas manos

Justo en ese orden ha ido el joven escolta ampliando sus variantes ofensivas, siendo la última consecuencia directa de la falta de un cerebro organizativo como Lonzo Ball y un generador secundario como Alex Caruso. Salvando las distancias, Dosunmu es el reemplazo ideal de Lonzo en el sistema ofensivo por el poco tiempo que el balón pasa en sus manos hasta que viaja hacia otro compañero mejorando la jugada. Solo un matiz marca la diferencia entre ambos; Ball es un ventilador de juego, Dosunmu un desahogo a la finalización.

Esa confianza que le otorga sumar grandes lecturas a sistema roto —con la ventaja generada y abocada a la finalización— provocan que Billy Donovan confíe cada vez más en él como generador desde el bote. De nuevo, darle el balón en el inicio de la jugada aún no ha sido discurso, pero las pocas veces que ejecuta el pick-and-roll como manejador ha vuelto a demostrar una solvencia instantánea. Ayo acude al bloqueo y continuación menos de una vez por partido (0,9) pero produce 1,11 puntos por posesión. Cuarto mejor dato de la liga entre los 186 jugadores con volumen igual o superior y más de diez partidos disputados.

Sorprende ver la sensibilidad que tiene para el pase picado en distancias cortas, dejando gestos de una factura técnica que no se le presuponen. En pequeñas dosis, Dosunmu es capaz de leer las tendencias defensivas del rival y encuentra con igual suficiencia continuaciones hacia dentro, hacia fuera o al hombre libre en lado débil. También se siente cómodo siendo catalizador en escenarios de transición.

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En sus primeros 36 partidos Dosunmu promedió 1,2 asistencias y 0,9 pérdidas por partido. En los últimos 14 su media es de 6,7 y 1,7 respectivamente. Durante ese mismo tramo ha duplicado sus intervenciones con respecto a diciembre, yéndose a los 70 toques de balón por encuentro con respecto a los 29 contactos que promediaba en el último mes de 2021.

TramoAsistenciasPérdidasToques por partidoSegundos por toque
Octubre10,212,22,75
Noviembre0,80,918,12,15
Diciembre2,11,4293,5
Últimos 14 partidos6,71,770,13,91

Sobra decir que este aumento de protagonismo desde el balón es circunstancial y quedará disipado con el regreso de Ball y Caruso. Tampoco es que ahora mismo Dosunmu esté capacitado para absorber toneladas de carga creativa sin que los Bulls se resientan por ello. Ahora bien, resulta una bendición que en un equipo que carga tantas responsabilidades en sus primeras espadas se pueda contar con alguien que les permita desahogar la toma de decisiones. Con la multiplicación de funciones de Ayo se notan menos las ausencias, pero también la azarosa inoperancia de Nikola Vucevic.

Los Bulls están luchando con el temporal de las ausencias, pero todo parece apuntar a que estarán presentes en los playoffs  por primera vez desde 2017. Y cuando haya que acortar rotaciones y prescindir de jugadores que han salvado el pellejo de estos Bulls en más de una ocasión, Dosunmu no será de los que agiten toallas. Su determinación y evolución a matacaballo le convierten en el complemento perfecto para ir a la guerra.

(Fotografía de portada de Andy Lyons/Getty Images)

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