Retrospectiva offseason 2021: El poder del contexto

Lo que vais a leer a continuación es un ejercicio de ventajismo como habréis visto pocos. ¿Pero quién no disfruta de pasar facturas? Pues eso. ...

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Por David Sánchez

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Lo que vais a leer a continuación es un ejercicio de ventajismo como habréis visto pocos. ¿Pero quién no disfruta de pasar facturas? Pues eso. Que toca mirar en retrospectiva a algunos de los movimientos de la pasada offseason para observar qué expectativas se mantienen y cuales se han diluido en la densidad de la temporada regular.

Como apunte previo, esto no se trata de analizar grandes traspasos. Ni Westbrooks, ni Lowrys, ni DeRozans. Analizar su impacto sería directamente meter el bisturí al constructo total de sus equipos. Lo que aquí se intenta es poner la lupa sobre nombres llamados a tener un impacto positivo en sus nuevas franquicias o jugadores que hayan terminado siendo importantes aunque sus traspasos pasasen desapercibidos. Sin más dilación…

Tú a Tennessee y yo a Luisiana

Más allá de virguerías en el espacio salarial, pocos entendimos el traspaso de pívots entre Memphis y New Orleans. Sobre el papel parecía un cambio de cromos en el que ninguno de los dos salía claramente vencedor ni perdedor, aunque a primera vista Jonas Valanciunas parecía más valioso que Steven Adams.

Finalmente, ambos se han salido un poco con la suya. La temporada de Valanciunas está siendo todo lo admirable que cabe esperar en el peor equipo de la conferencia oeste. Siendo justos con él, la principal virtud de su fichaje resultaba su, a priori, mejor encaje con Zion Williamson. No hace falta decir nada más.

Aún así, el lituano ha desarrollado su tiro de tres como si Zion siguiese entre nosotros. Los 1,1 triples que anota en 2,5 intentos por partido doblan sus marcas máximas de carrera y le elevan a un absurdo 46,3%. Mientras, Valanciunas sigue haciendo un poco de todo. Está en el top 10 de bloqueos que acaban en canasta, tiros de dos punteados, rebotes defensivos y ofensivos. Todo ello para un magnífico balance de 8-21. No se puede tener todo en esta vida.

Las cosas en Memphis van mucho mejor, pues los Grizzlies son ahora mismo el cuarto mejor equipo del Oeste. Aunque esto puede ser engañoso debido al bajón de rendimiento general que ha sufrido la conferencia este año. No obstante, Steven Adams está siendo primordial tal y como le gusta serlo: sin hacer mucho ruido.

El de Rotorua sigue siendo uno de los mejores jugadores a la hora de cerrar el rebote para que el resto de compañeros lo atrapen. Lo cual resulta primordial para que Memphis sea el líder de la liga en puntos al contraataque y en puntos en segunda oportunidad. Además de poner los bloqueos aún más duros que Valanciunas -un 0,9 más por partido si es que contabilizarlo así tiene algún sentido-.

Ahora bien, Valanciunas aportaba esto a un nivel más o menos similar siendo mejor defensor y anotador. Es cierto que el menor volumen de tiro de Adams permite que Desmond Bane o Jaren Jackson Jr. hayan tomado un protagonismo necesario en su desarrollo. Pero no sé hasta que punto otorgarle ese beneplácito al pívot neozelandés.

Por cierto, Thomas Satoransky, DeVonte Graham y Garret Temple, por lo que sea, no han terminado de llenar el hueco dejado por Lonzo Ball.

De Guatemala a Guatepeor

James Harden ya no será ese jugador imparable que le llevó a alzar el MVP de 2018 y a ser el alfa y omega de uno de los mejores equipos de la pasada década. Pero lo que sí sigue siendo es una fuente confiable a la hora de valorar el ocio de las urbes que están dotadas de equipo NBA. ¿Tendrá TripAdvisor?

El caso es que un célebre artículo publicado por el Miami Herald hace algunos años, relacionaba el rendimiento de Harden al ocio nocturno de las ciudades que visitaba. Siendo mayor cuanta menor oferta de ocio. Curiosamente, Cleveland es el lugar donde mejor porcentaje de triples y asistencias por partido registra en su carrera. Y no parece estar solo en la poca estimulación que le produce viajar a la ciudad de Ohio.

Las circunstancias de la vida llevaron a Larry Nance Jr. a cambiar Los Angeles por Cleveland como hogar. Esas circunstancias se llaman ‘ser jugador de los Cavaliers’. En su nueva casa pronto se le acabó la manta de LeBron James, obligándole a ser veterano de un equipo de chiquillos a la tierna edad de 26 años.

Y justo cuando Nance Jr. empezaba a sentirse cómodo y se había aprendido el nombre de todos sus octogenarios vecinos y de los regentes de pequeños comercios del barrio, le mandan a Oregón. Al menos Portland le daría la oportunidad de poner en relevancia el buen jugador en el que se había convertido ¿verdad?

Da la sensación de que han pasado eones desde que toda la prensa especializada se lanzase a las calles a proclamar que el fichaje de Larry Nance Jr. era el más infravalorado de la offseason. Por los lisonjas derramadas aquellos días, su aterrizaje parecía casi el de un mesías llamado a rescatar a la defensa de los Blazers de las tinieblas. Pero la realidad está lejos de tales ensoñaciones.

Dejando a un lado la sorna, Larry Nance Jr. es un gran defensor, quizás el mejor con el que cuenta Chauncey Billups tras el bajón experimentado por Robert Covington. Sin embargo, ni siquiera el técnico, cuya principal proclama era el énfasis defensivo, comenzó dándole un peso importante en la rotación. Lo cual me hace redoblar una intuición que me hace pensar que Portland es de esos equipos que hacen peores a los jugadores que pasan por sus filas.

Según datos extraídos de NBA Stats, en un año ha pasado de ser el sexto jugador que más balones desviaba en defensa con 3,4 por partido a quedarse por debajo de los 2 por primera vez en su carrera.

Aún con todo, Larry Nance Jr. es el jugador con mejor dato de eficiencia defensiva en cancha del equipo y uno de los tres únicos jugadores de los Blazers —también el mejor— con net raiting positivo. Quizás no sea suficiente para darle un rol mayor.

Hay muchachos nuevos en la capital

Aún con el bajón de las últimas semanas, los Washington Wizards son claros ganadores del traspaso por Russel Westbrook. De una petición de traspaso apresurada han extraído el núcleo sobre el que asentar un equipo serio.

Los capitalinos aún esperan que Spencer Dinwiddie dé el paso necesario para ser su segunda espada más allá de lo formal. Pero antes de comenzar el curso pocos los situaban por encima del séptimo lugar que ocupan actualmente en la Conferencia Este y, mientras tanto, ya han encontrado su identidad con los jugadores llegados desde California.

Kentavious Caldwell-Pope es justo lo que se espera de él, un tirador que se acerque al 40% en el triple y un gran defensor exterior. El impacto de Montrezl Harrel le han convertido en el segundo jugador más importante del equipo, presente en la mayoría de mejores quintetos que utilizan los Wizards y sosteniendo a uno de los peores banquillos de la competición.

Consideración aparte merece Kyle Kuzma, que está ejerciendo por fin como cuatro a tiempo completo. Su evolución en el rebote defensivo es monstruosa, siendo muchas veces el encargado de lanzar la jugada con Daniel Gafford ya en vuelo.

Pero si algo es sorprendente es la lectura que está demostrando desde el pase. Kuzma aprovecha su posición como cuatro abierto para descifrar las ventajas interiores que permiten las ayudas rivales. Si alguna vez se le pudo acusar de matar las jugadas acudiendo al uno contra uno, resulta estimulante observar cómo ahora mantiene el sistema siempre en movimiento gracias a su visión de juego y velocidad de ejecución. A poco que mida mejor la relación riesgo/recompensa y reduzca sus pérdidas, Kuzma será un ala-pívot ideal para quintetos pequeños.

¿Quién eres Josh?

Josh Richardsones la enésima demostración de que en el deporte de élite no hay nada escrito. A priori, los Celtics son el destino más disfuncional que Richardson ha visitado desde que salió de Miami. Con más o menos ambiciones, 76ers y Mavs se hacían con el alero con intenciones claras. Sumar un buen defensor con capacidad de tiro en el caso de Philly y algo de desahogo de balón para Luka en el caso de Dallas. En ninguno de los dos terminó de cuajar.

Los Celtics sin embargo lo fichaban como recurso de plantilla al que darle un rol sobre la marcha. Richardson ha respondido mostrando su mejor versión defensiva desde sus días en los Heat y una más que aseada participación en ataque. Por volumen, este curso es el más escueto desde su temporada como novato, pero lo está solventando con la que quizás sea la mejor selección de tiro de su carrera. En Boston no van sobrados de jugadores consistentes, y esta versión de Josh Richardson —también Dennis Schröder— parece caída del cielo.

Como anillo al dedo

Recupero todo lo dicho en el punto anterior para recalcar que no hay que dar por sentado el encaje de un jugador hasta que lo demuestre en cancha. Por complementario que pueda parecer un jugador de rol en un equipo nuevo, nunca se sabe si su rendimiento va a estar en consonancia con lo que se demanda de él.

Cierto es que la veteranía elimina hasta cierto punto el riesgo mencionado, pero no sería la primera vez que una adquisición a tiro hecho termina saliendo mal.No obstante, hay veces que un fichaje funciona tal y como se imaginaba.

Es el caso de JaVale McGee como pívot suplente en los Suns, lejos ya del meme y asentado como un buen protector del aro y rim runner. Jeff Green en un ecosistema tan marcado por sus aleros como los Nuggets era de cajón. P.J. Tucker como enforcer de uno de los equipos más aguerridos de la liga. Patty Mills como alivio de las estrellas de los Nets. Hartenstein como espejo de Zubac en Clippers. George Nieng, triple y defensa en Philly. Grayson Allen llegando a Bucks para replicar adelante y multiplicar atrás lo aportado por Bryn Forbes el curso anterior. Y, cómo no, Al Horford haciendo de faro a ambos lados de cancha en unos Boston Celtics tendentes al naufragio.

Desastre a la neoyorquina

No hace falta volver a explicar la desgracia de los New York Knicks. Las intenciones de la gerencia intercambiando a Reggie Bullock y Elfrid Payton por Evan Fournier y Kemba Walker eran muy obvias. Más talento en ataque para quitar peso de los hombros a Randle. Pérdida de argamasa defensiva que cubrir con el ecosistema Thibs. Pues ni una cosa ni la otra.

Sirva este epígrafe para meter el bisturí en la desdicha knickerbocker. Durante más de un lustro, los Knicks han intentado reventar el mercado de agentes libres pretendiendo a cualquier superestrella que asomase. LeBron James, Paul George, Kawhi Leonard, Kevin Durant, Kyrie Irving, etc. Sin embargo, la falta de proyecto alejaba a los peces gordos y esperar por ellos reducía la maniobrabilidad de la offseason un año tras otro. Dando como resultado equipos deshonrosos.

El fichaje de Tom Thibodeau les permite dejar de pensar a lo grande y empezar a competir desde la inferioridad. Así arrancan la mayoría de proyectos que no tienen la suerte de recoger un talento generacional en el draft, revalorizando sus efectivos a base de salir a ganar cada noche. Justo eso es lo que le otorga a los Knicks la oportunidad de asentarse en el siguiente escalón después de un curso de sobrerendimiento construido desde lo defensivo. Sus playoffs apuntaban claramente a la necesidad de evolucionar ofensivamente.

Sin las ambiciones del pasado, New York busca crecer a partir de añadir talento en dosis controladas, y por eso es tan doloroso el resultado obtenido. El actual curso era crucial para terminar de sanear el proyecto de Leon Rose, y una regresión como la sufrida puede devolver a los Knicks a una casilla de salida en la que han estado durante demasiados años. Ojalá que no sea el caso.

Viejas glorias en busca de anillo

Firmar a jugadores veteranos por el salario mínimo no es precisamente una novedad a la hora de completar plantillas aspirantes al anillo. Pero este 2021 supone el culmen de una tendencia al alza durante las últimas temporadas. El término ‘mercado de cortados’ ya forma parte indivisible del diccionario NBA, siendo Lakers y Nets sus principales adalides.

De todos los veteranazos con algún All-Star en su haber que han cambiado de aires, es irónico que LaMarcus Aldridge sea el que mayor honor está haciendo a su estatus como leyenda de la liga y futuro integrante del Salón de la Fama. Mientras DeAndre Jordan o Paul Millsap hacen pensar en la retirada como única salida a su pobre imagen en cancha, Aldridge ha vuelto del retiro para ser la tercera pata ofensiva de los Nets con total legitimidad.

Esto no habla muy bien de los de Steve Nash, que en ocasiones dependen demasiado de que LaMarcus meta sus tiros de media distancia para crear algo ofensivamente. Sin importarle mucho, él está cumpliendo con su parte, anotando un 60% en sus tiros de dos y manteniendo con astucia y manos rápidas lo que casi nunca pudo cubrir físicamente —y ahora menos— en defensa. ¿Alguien apostaba por ver un Aldridge así y a Blake Griffin apartado del equipo?

Retrospectiva offseason 2021: El poder del contexto
Fuente: nbashotcharts

Por su parte, Los Angeles Lakers han apostado todo a la veteranía, y los resultados tienen altibajos. A estas alturas la película y más allá de su aportación, Carmelo Anthony, Wayne Ellington, Trevor Ariza o Rajon Rondo no son solución directa a ningún problema. Y los de Frank Vogel tienen unos cuantos. Todos ellos tienen al menos tantos déficits como ventajas aportan al colectivo. DeAndre Jordan ya solo juega minutos de la basura. A veces, se da una importancia desorbitada a jugadores que son más nombre que realidad. Basta con mirar a la franquicia angelina para no poner el grito en el cielo cuando uno de los grandes mercados de la liga absorba a este tipo de jugadores tras el cierre del mercado de traspasos.

Andre Iguodala se salva de estos brutales juicios pues su rol está demasiado sujeto a ser un pequeño engranaje en el mejor equipo de la liga. Eso sí, como siempre, lo está bordando.

La cara de los nuevos Chicago Bulls

Ya sé que he abierto el texto diciendo que no iba a hablar de DeMar DeRozan, y mantengo esa promesa. Aunque hubiese dudas, la mayoría de análisis previos entorno a los Chicago Bulls se centraban en cómo hacer que DeRozan, LaVine, Vucevic y Lonzo funcionasen en ataque. Cosa que han logrado aunque no haya sido por el cauce esperado.

Lo llamativo de esas previas es que la mayoría apuntaban a la defensa como posible punto débil —entono el mea culpa—, faceta que precisamente está siendo uno de sus principales argumentos. Y todo — o casi— se lo deben a las llegadas de Alex Caruso y Lonzo Ball. La pareja exterior ha convertido la debilidad interior en una preocupación secundaria. Su capacidad para resistir en el uno contra uno a cualquier jugador de cara o tocar balones en cualquier despiste sostienen un sistema que roza lo inverosímil. Los cierres de los de Billy Donovan confían tanto en que Caruso y Ball van a echar el cerrojo como en que DeRozan y LaVine van a resolver en el otro lado. El cambio de los Bulls no sería ni la mitad de drástico sin ellos, razón suprema para creerse al equipo una vez llegue a postemporada.

(Fotografía de portada de Steph Chambers/Getty Images)

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