Los aficionados al baloncesto en New Orleans no sabían demasiado del Willie Green entrenador cuando los Pelicans lo contrataron. Para ser justos, prácticamente nadie lo sabía. Tras tres temporadas decepcionantes, lo que muchos querían para los Pelicans era un líder que devolviese el espíritu competitivo al equipo. Green llegó a New Orleans para conseguir lo que sus predecesores no pudieron: conectar con los jugadores más importantes y brindar consistencia a los resultados del equipo. Ni Stan Van Gundy ni Alvin Gentry cumplieron estos objetivos.
Recaló en los Pelicans tras abandonar el puesto de asistente de Phoenix Suns, en donde se quedó a las puertas del título. La razón principal por la que el vicepresidente ejecutivo, David Griffin, y el director general, Trajan Langdon, contrataron a Green el pasado mes de julio fue para despertar a un equipo que internamente denominaban como «gigante dormido». No es que los Pelicans estuviesen en la posición de candidatos frustrados, pero la calidad de sus jugadores no se correspondía con el puesto que ocuparon en la clasificación durante la 2020/2021.
En su presentación, Green no prometió nada más que trabajo duro. Justo por eso regresó a New Orleans, en donde había vivido una década atrás como jugador de los entonces New Orleans Hornets. A cualquier franquicia le resulta complicado elegir a un técnico sin experiencia previa como entrenador jefe. Los Pelicans tuvieron que hacer en su momento una apuesta atrevida por Willie, confiando en que su personalidad y competitividad ayudarían a cumplir los objetivos marcados. La franquicia optó por una postura arriesgada y los resultados le han dado la razón.
El caprichoso destino quiso que fueran sus antiguos Suns los que pusieran el punto y final a su primera temporada. Por el camino quedó un curso de progreso. Green logró sobreponerse a todo tipo de bajas y contratiempos y transformó la mentalidad de varios de sus jugadores más importantes. Lo más recordado del año será su clasificación en el torneo Play-In y sus dos victorias ante los Suns. Sin embargo, la temporada ha dejado mucho más que analizar.
Un inicio complicado
Después de despedir entrenadores en temporadas consecutivas, los Pelicans necesitaban a alguien en quien la base de aficionados pudiera confiar y creer. Puede que hubiese mejores opciones en el mercado si se trataba de experiencia o táctica, pero no había un mejor candidato para manejar el ánimo del equipo que Green.
New Orleans comenzó la temporada con una victoria en sus primeros trece partidos (1-12). No disfrutaron ni un solo minuto de la calidad de Zion Williamson. A comienzos del mes de enero, estaban entre los últimos siete equipos de la liga tanto en eficiencia ofensiva como defensiva. Parecía como si estuvieran de camino a una cuarta temporada consecutiva llena de decepciones. Sin embargo, Green mantuvo el rumbo. Nunca perdió los estribos ni se enfadó con sus jugadores. Nunca mostró ningún signo de pánico.
Llegó el mes de febrero y todo cambió. Guardando las distancias, Willie Green ha tenido una experiencia similar a la de Ime Udoka en Boston. Ambos técnicos se estrenaban en el puesto de entrenador jefe y tuvieron que pasar varios meses hasta que su mensaje caló en los jugadores. En el caso de Green, tocó la tecla correcta la primera semana de febrero, cuando su equipo encadenó cuatro victorias consecutivas ante Pistons, Nuggets y Rockets por partida doble.
Punto de inflexión
La positividad que caracteriza a Green mantuvo a los jugadores unidos cuando parecía que la presión acabaría con ellos. A medida que el drama seguía creciendo a ojos de la prensa, el entrenador se aseguraba de que el enfoque de su equipo estuviera solo en lo que sucedía dentro de la pista. Permitió que grandes personalidades como Naji Marshall y José Alvarado ganasen peso en el vestuario. Animó a los jugadores a hacer sonar la música de su elección en las prácticas y los tiros. Pequeños detalles que terminaron por convertirse en determinantes.
Las rotaciones cambiaron y los jugadores jóvenes ganaron más confianza. La plaza en el torneo Play-In pasó de ser un escenario utópico a una realidad para New Orleans. Una vez conseguido el objetivo, este joven equipo acabó con la temporada de Spurs y Clippers. En un abrir y cerrar de ojos se encontraban en el gran escenario: intercambiando golpes con la franquicia con mejor récord de victorias de la temporada. Incluso hubo algunos momentos de primera ronda de playoffs en los que parecía que los Pelicans ponían a Phoenix contra las cuerdas.
En lo puramente baloncestístico encontró un equilibrio perfecto. No llegó a cruzar la línea de permisividad característica de Alvin Gentry pero tampoco a los métodos autoritarios de Van Gundy. Supo exigir mucho a sus jugadores sin hacerlos sentir como si fuesen soldados a las órdenes de un sargento. Sin embargo, sus principales éxitos no han sido tácticos. Muchos de los jugadores de los Pelicans han opinado sobre Green que priman el impacto que ha tenido en ellos en la vida antes de mencionar cualquier cosa que les haya enseñado en una sesión de vídeo.
Gracias al buen trabajo de Green, los Pelicans afrontan el verano más estable de sus últimos años. La cantidad de talento joven en la plantilla es tremenda y los activos más útiles para New Orleans están bajo contrato para la próxima temporada. Después de haber presenciado los últimos meses de competición, es legítimo pensar que con un Zion Williamson sano este debería ser uno de los equipos punteros del Oeste. La pregunta que ronda el futuro es: ¿por qué no iba a querer Zion formar parte de este ambicioso proyecto?
(Fotografía por Jonathan Bachman/Getty Images)