Epifanía del draft 2023

Si el draft es la Noche de Reyes para el aficionado NBA, Woj y Shams venían siendo ese repetidor que, a pesar de no haber ...

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Por David Sánchez

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Si el draft es la Noche de Reyes para el aficionado NBA, Woj y Shams venían siendo ese repetidor que, a pesar de no haber cumplido los nueve años, huele a tabaco de liar Puebla y no es capaz de guardarse el secreto detrás de los magos de Oriente. Ese recreo en el que se se rompe la inocencia mientras se trata de mantener la compostura de puertas para fuera, constituye un vacío similar al que embarga al fan cuando la supuesta intriga de la tonadilla que precede a cada anuncio de Adam Silver pierde todo significado por culpa de unos caracteres asépticos colocados sobre el fondo blanco (muerte al modo oscuro) de Twitter. 

Este año, Wojnarowski dijo que no se iba a centrar tanto en twittear. Que iba a enfocarse en su cobertura en directo en ESPN. Sorprendentemente, cumplió su promesa, dejando vía libre para que Charania fuese destripando elecciones y movimientos instantes antes de hacerse oficiales. Curiosamente, ninguno de los dos dedicó una sola palabra al gran protagonista de la noche. Ni rastro de mención por Victor Wembanyama, dejando claro que lo suyo es el spoiler y no el análisis, que no les interesa dar una información que no cumpla los intereses de alguna parte o rompa la emoción del momento. Lo de Wemby estaba cantado

Economía del twitteo

La batalla entre Woj y Shams, que en los últimos tiempos parece más importante que la que libran los jugadores en cancha, dejó otra valiosa lección. Más vale calidad que cantidad. Charania simplemente se dedicó a poco más que ser un eco pretérito del comisionado. Como quien en una final de la Champions o un gran partido de la selección elige Televisión Española en vez de la cadena de pago de turno porque la señal llega antes pero al minuto se revuelve en la añoranza de la voz de los Carlos Martínez, José Sanchís y compañía. 

Y entre tanta metralla de nombres y números del de The Athletic, Wojnarowski se dejó caer por su red social favorita para dar el bombazo de la noche: Cam Withmore, proyectado hasta hace poco como top diez asegurado, caía hasta el 20 que poseían los Houston Rockets. Toque de crack. Juego, set y partido para Woj sin romper a sudar. A veces (casi siempre) menos es más. 

Dejando esto atrás, fue un draft de sorpresas moderadas. Del que a continuación, aviso, comienza un análisis a manos de alguien que no ha visto un minuto de G League más allá de aquel Wemby vs. Henderson de diciembre. Que apenas ha seguido el March Madness y que, Dios le salve, no ha presenciado más de tres partidos del campeonato francés de baloncesto. Teniendo esto en cuenta, obviamente, las notas que siguen se centrarán más en el presente que en el futuro. 

¿Miller o Henderson? 

Estos días el debate ha virado entre el alero de Alabama y el base de Ignite por ver quién era el “número uno de los mortales”. Al parecer, Miller encajaba mejor en unos Hornets que ya cuentan con un base dominante como LaMelo. Entonces, ¿talento potencial o encaje? La respuesta siempre es la primera, y más tratándose de puestos de lotería. Y, conscientes de ello, en Charlotte explicaron la elección de Miller así: 

https://twitter.com/wojespn/status/1672037542743486468?s=46&t=glk1g5ad19ZFQv511jCPwQ

Lo que traducido es: «no queremos comprometer el desarrollo de Ball, pero nosotros filtramos esto para que la gente vea que no elegimos por fit y maquillar un posible batacazo de aquí a verlos jugar». Henderson, un tipo que sí parece el segundo jugador mas especial de la camada sobre el papel, dará con sus huesos en Portland. Mucho ruido y, de momento, pocas nueces con los Blazers. 

Estas discusiones no dejan de ser graciosas porque, como acostumbra a demostrar el baloncesto de verdad, el que se juega fuera de YouTube; los vaticinios entre qué jugador está más o menos hecho o cuál goza de mayor o menor potencial quedan en agua de borrajas el día uno. El curso pasado, Banchero era una apuesta segura pero de aparente menor techo. Hoy nadie ve más proyección en Jabari Smith o Chet Holmgren que en el ala-pívot italiano. 

Los potrillos gemelos

Amen y Ausar Thompson se convirtieron ayer en los primeros hermanos en ser seleccionados en el top diez del mismo draft. Concretamente en el top cinco (cuarta y quinta elección respectivamente). Dos gotas de agua que tuvieron la deferencia de vestir con trajes bien diferenciados para facilitarle el trabajo al espectador. Como no podía ser de otro modo con las primeras grandes figuras salidas de la Overtime Elite, ambos parecen una fruta fuera de temporada. Verdes como el banano sin madurar. 

https://twitter.com/NBADraft/status/1671999385004040193?s=20

De nuevo lo del encaje contra el talento, los Rockets eligieron a un base cuyo techo parece ilimitado para, de paso, empezar a depender menos de Kevin Porter Jr. No parece tampoco Amen el tipo de playmaker que vaya a hacer de Houston un equipo ordenado. Regalados a la anarquía, la ciudad texana seguirá rigiéndose por la ley del más fuerte. Por desgracia, los más fuertes suelen ser sus rivales. Lo de Cam Whitmore parece una bendición para ellos, ya que rellenan ese alero que les faltaba para conformar el quinteto de la ilusión. Thompson, Green, Whitmore, Sengün y Smith Jr suenan bien. Otra cosa será que Udoka sea capaz de evitar que el aficionado se quiera arrojar por el balcón viendo jugar a los Rockets. 

En cuanto a Ausar, me gusta pensar que casi todos los mock draft le colocaban a la vera de su gemelo por la pereza de agudizar la vista y distinguirlos. Habiendo decidido que el bueno es Amen, tampoco hay que hacer el trabajo dos veces. Uno esperaría que los híper profesionalizados cuerpos de scout que campan en la NBA supiesen atisbar una diferencia mayor de talento o proyección entre ellos. Pero Detroit nos sacó de la elucubración e hizo lo que todo twittero “especializado” en el draft predijo hace meses. Ausar, escolta que se prodiga en el juego sin balón sumando una cuota de creación de juego bastante inferior a la de su hermano pero con los mismos problemas en el lanzamiento exterior, llega a un backcourt formado por Cunningham, Ivey y Hayes (sigo sin creerme a este último). Igual aquí sí tocaba aplicar lo del encaje. 

Nico Harrison genio de la gestión

Salto cinco posiciones de golpe porque tengo poco que decir de ellas. Rápidamente: Anthony Black me parece un perfil demasiado similar al de Jalen Suggs en los Magic, Jarace Walker era uno de mis favoritos y me parece un muy buen movimiento de Indiana en el corto plazo, Coulibaly es un proyecto muy por hacer en lo ofensivo que llega a unos Wizards en proceso de autodestrucción así que ¿bien por él?, no tengo opinión formada sobre Hendricks pero la rotación interior de Utah looks good.

Vamos a lo mollar. Los Dallas Mavericks han sacado petróleo de su número diez. Ese por el que apostaron bajo la infamia de renunciar a competir por el play-in hasta el último aliento. Pasado el tiempo, se atenúa la vergüenza del esperpento de aquel partido en Dallas y el lío con Doncic en el día de la afición eslovena. Los Mavs eran candidatos a perder cualquier partido de baloncesto que disputasen hubiese quien hubiese en cancha. Y de esa décima elección, Dallas ha resuelto dos quebraderos de cabeza de una sola tacada.

Perder de vista el contrato de Davis Bertans resultaba prioritario. Check. Reforzar el interior era una de las tareas ineludibles de la offseason. Check. Puede que Richaun Holmes no ayude a solventar los problemas defensivos que afectan a la pintura de los texanos, pero sí es una versión mejorada de lo que representa Dwight Powell en el juego de pares con Luka Doncic y Kyrie Irving. Tiene más recursos de cara al aro, se desenvuelve en un abanico mayor de situaciones ofensivas y atrás es más complicado exponerle por un mero asunto de ímpetu. De Dereck Lively se espera que sea el interior que JaVale McGee no fue, y mala pinta no tiene. Olivier-Maxence Prosper es un ala-pívot (creo) del que no tengo opinión.

Esto convierte a Nico Harrison, gestor que en la tarde de ayer era considerado un botarate por la cadena de malas decisiones acumuladas sobre todo a partir de la no-extensión de Jalen Brunson, en un genio de los hilos que mueven el mercado y la confección del roster. Le damos poco mérito a la suerte como factor determinante de la reputación de los directivos.

Concluye aquí el (Google -> diccionario de sinónimos y antónimos -> buscando antónimos de pormenorizado) lacónico análisis del draft.

El instante antes del beso

Recuperando el símil con la Noche de Reyes, ayer la verdadera chicha estuvo en la Cabalgata. Como muchas veces en la vida, la antesala del momento generó más excitación que el suceso en sí. Tres o cuatro horas antes de que el unicornio francés subiese a estrechar la mano de Silver. Cuando ni siquiera se habían desvelado las indumentarias de esos imberbes trajeados, el amigo Wojnarowski provocaba el mayor terremoto de la noche. Jordan Poole viajaba a Washington junto a una primera ronda de 2030 protegida top 20 y una segunda de 2027 a cambio de Chris Paul.

El destino unió así los dos contratos que más arqueos de ceja provocaron hace menos de un año: los 250×5 de Beal con su letra pequeña y los 123×4 de Poole. Porque un traspaso (el de Beal) se tuvo que cerrar para dar vida al otro (que no será oficial hasta el 6 de julio por arreglos con la ficha del próximamente jugador de los Wizards). Apenas diez meses después de recibir un puñetazo de uno de los pilares del vestuario y pensarse en una posición de ventaja, Poole está fuera. Como cuando un niño llega con una herida a casa y tiene que soportar el dolor del rasguño y el rapapolvo de sus padres por la torpeza de precipitarse hacia el suelo.

Se entierra aquí, porque lleva muerta desde la salida de James Wiseman, la narrativa de las dos líneas temporales de la que Jordan fue adalid y preso. Los Warriors caminan ahora una sola línea marcada a fuego: la de los fondos de jubilación. Después de que Chris Haynes despejase dudas con la continuidad de CP3 en la Bahía, Golden State quedó abrazado al «ahora o nunca». Paul (38), Curry (35), Klay (33), Wiggins (28) y probablemente Green (33) se van a comer el espacio salarial completo sobrepasando el techo de impuesto de lujo y rozando el segundo apron.

Afortunadamente para ellos, la rotación no queda del todo desnuda. A falta de que DiVincenzo rechace su opción de jugador, a ese (hipotético por la situación de Draymond) quinteto, le acompañan Looney, Kuminga, Moody y Payton II. Como revitalizador de carreras y multiplicador de inteligencia en cancha, el sistema de los Warriors resulta un escenario interesante para el actual CP3. Pero lo llamativo en este movimiento es la sensación de quitarse de encima a Poole. Sobre todo después de que Mike Dunleavy Jr. afirmase hace cuatro días que contaban con él «al menos cuatro años».

https://twitter.com/barstoolsports/status/1671962060907741184?s=20

La semana de los Wizards se coronó con la única elección de primera ronda que han recibido en la capital por la salida de Bradley Beal, Kristaps Porzingis y Chris Paul en apenas cuatro días. Eso sí, con protección en el top 20 y para 2030, no vaya a ser que pensemos que Michael Winger tiene un plan para salir del pozo en el que se está metiendo a menos de siete años vista.

Acaba aquí una noche menos mágica de lo que los cientos de rumores que se han dado esta semana anticipaban. Como suele ser norma, por otra parte. Acudid a otras ventanillas para encontrar el análisis que merecéis de los 58 elegidos, los intercambios de los Celtics a final de primera ronda e inicios de la segunda o de los undrafteds que ya están empezando a aterrizar en vuestros equipos favoritos.

(Fotografía de portada de Sarah Stier/Getty Images)

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